En el marketing y la comunicación, el concepto del branding es fundamental en el éxito de cualquier empresa. El branding no es solo la creación de un logo o un eslogan, es la identidad completa de una marca, su esencia y cómo se desarrolla su percepción en el mercado. Construir una marca sólida requiere tiempo, estrategia y un profundo entendimiento del público al que se quiere llevar el mensaje de la empresa. Cuando hablamos de branding nos referimos al proceso en el que se eligen los colores, los tipos de letra, el tono de voz y los valores que la marca quiere transmitir a sus públicos. Es un proceso meticuloso donde cada detalle cuenta, desde el diseño del logo hasta la experiencia del cliente. Empresas icónicas como Apple y Coca-Cola han demostrado que un branding efectivo puede convertir un simple producto en una experiencia deseada. Estas marcas han sabido mantener su esencia mientras evolucionaban con los tiempos, un equilibrio que no es fácil de alcanzar.
Ahora bien, ¿qué sucede cuando una marca necesita renovarse? Es aquí donde entra en juego el re-branding, una herramienta poderosa pero delicada que puede revivir o destruir una marca. El re-branding se presenta cuando una marca siente que su imagen ha perdido vigencia, dejando de conectar con su audiencia y necesita adaptarse a nuevas tendencias. Este proceso puede ser motivado por varios factores: cambios en el mercado, una crisis de reputación, fusiones y adquisiciones, o simplemente el deseo de actualizar una imagen anticuada. Un buen re-branding no solo moderniza la apariencia de la marca, sino que también renueva su promesa y misión, buscando una conexión más profunda y relevante con los consumidores.
Un ejemplo notable de re-branding exitoso es el de Burberry. A principios de los años 2000, la marca británica de lujo estaba asociada con la falsificación y una imagen poco aspiracional. Con la llegada de nuevos directores creativos y una estrategia de marketing revitalizada, Burberry no solo recuperó su prestigio, sino que se convirtió en un icono de la moda contemporánea, regristrando ganancias de $1.2 billones a finales de la década. Este re-branding involucró un rediseño del logo, campañas publicitarias innovadoras y una fuerte presencia digital, demostrando que una transformación profunda puede cambiar el destino de una marca.
Es necesario destacar que no todos los re-brandings resultan exitosos. El caso de la marca de ropa Gap es un recordatorio de los riesgos que se asumen al ejecutar el rediseño de una marca. En el año 2010, en lo que fue un intento por modernizar su logo, Gap enfrentó una reacción negativa masiva por parte de sus clientes, quienes sentían una desconexión con la nueva imagen. El re-branding de Gap representó una pérdida de más de $100 millones para la empresa, por lo que se vieron obligados a revertir el cambio en menos de una semana. Este ejemplo ilustra la importancia de entender a la audiencia y probar nuevas ideas antes de implementarlas por completo.
Tanto el branding como el re-branding requieren una visión clara y un profundo conocimiento del mercado y de los consumidores. No se trata solo de cambiar colores o formas, sino de entender mediante estudios y relaciones con el público qué motiva a la audiencia y cómo la marca puede ser relevante en sus vidas. Si estás contemplando establecer una marca o rediseñar la que ya tienes, debes considerar contratar una agencia que integre la publicidad con las relaciones públicas. De este modo contarás con los insumos necesarios para entender a tu público y ejecutar una imagen atinada, a la medida y existosa que resulte en ganancias y no en pérididas.
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